sábado, 24 de mayo de 2008

RECUERDOS DE AYER

Tus huellas fueron cubiertas por el polvo en la habitación,
las paredes pierden el calor de tus juegos,
el techo es cada vez más frío en el crudo invierno de mi tiempo,
y aquel viejo sillón ya no es torturado
con los movimientos acompasados de dos amantes en celo.

Las calles aledañas extrañan tus sombras,
las curvas de tu cuerpo impresas en mis manos,
y el cielo gris que colma mi despertar
no trae el aliento fresco del primer suspiro tuyo,
cada mañana, complemento de una noche agotadora.

Dónde quedó tu recuerdo,
quizá en el cuadro que vigila aquellos momentos
que se resisten en emprender la retirada,
o quizá en aquellas estatuas de cerámica
mudos testigos de los primeros besos y jadeos,
o quizá en aquella foto tuya
que sigo quemando hasta que el fuego
me termine consumiendo.

SIGO ESPERÁNDOTE

Sentado sobre el frío asiento de la vida,
diviso una luz que nunca se apaga
y que trae las sombras de tu nueva existencia
tan lejana a la esquiva mía.

Y al insuflar mi pecho y llenarlo
de las sobras que dejas día tras día,
mi existencia transcurre entre diálogos únicos
sin más interlocutor que tu olvido desnudo.

El regocijo de dedicarte mi rutina,
de renacer tras escarbar entre mis heridas
busca incesantemente exacerbar el olfato de las arpías,
para nutrirlas de un corazón putrefacto,
y que el sonido de su digestión
te despierte de tan dulce, largo, amargo y eterno sueño.