Un cuaderno en la habitación,´
y la alegría de saber tu felicidad,
mil esfuerzos de comprender tu corazón,
y el cierre de la puerta frente a mi faz.
La bondad acabó,
como la inconstancia y el jueguito dulce que no busqué,
la inocencia terminó,
con la certeza de noches inciertas en vez.
Un vaso de licor frente al reloj,
y un cigarro oscuro subordina mi ser,
residente temporal de una noche,
del amargo gusto de un beso raudo.
La sonrisa se murió,
como las ganas de ser y estar en ti,
el silencio reinó,
por siempre y para siempre en días venideros,
lejos del perfume,
ajeno a tu presencia.