jueves, 15 de noviembre de 2007

SIETE

Número maldito que destruíste lo eterno,
aliento de dudas y falsas promesas
doscientos diez días de ceguera incurable
y mis pupilas no resisten otra luz
distinta a la de tu presencia.
¿Cómo vivir treinta días más
cuando el infinito era nuestro cielo?

EN BÚSQUEDA DE UNA SALIDA

Con la carne llena de miseria,
el interior sólo muestra
un órgano maldito
que no puedo sacar a dentelladas,
un órgano presa de recuerdos y fantasías,
lacerado con promesas y caricias falsas
y humillado por la carencia de tu aliento.

Es preciso salir del agujero que aprisiona
mas en el horizonte todo percibo oscuridad.
He de comprar un pasaje al desierto más árido,
al paisaje más sombrío y triste,
no quiero que la palidez que está asomando a mi cuerpo
altere la calma de algo que no es voluble como tu ser.

Y cuando llegue al destino deseado,
me abriré el pecho con mis propias manos,
pues la furia y frustración son armas filudas,
y mientras el festín para los carroñeros esté servido
mis labios susurrarán tu nombre
y los restos que queden esparcidos en la arena
serán los únicos testigos quietos de tu indiferencia.