martes, 3 de julio de 2007

SUPERFICIES DE PLACER

Deslizando mis yemas
el sentir de la arcilla viviente
vulnera el tacto inerte
que profana en cada movimiento
aquella inocencia ya perdida,
recuperada en cada intento.

No hay más silencio en la habitación,
ni más ruido que un duo entrecortado
que no coinciden en las notas y tono
pero que convierten en música y poesía
esa mixtura de carne, cabellos,
gemidos y olor desenfrenado.

Y cuando el descanso se agolpa,
la amalgama se concreta
y tu cuerpo fundido al mío
va recobrando su pulso.
Luego de unos minutos,
volveremos a intentarlo.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Uauuu que profundo, y a la vez tan sutil. Que lindo profesorcito, jeje.