Sexo,
por más que pienso en eso
mi cuerpo no responde a la orden
de poseerte a la mala
de cubrir tu ser de gemidos y lamentos,
de violencia y deseo,
de fluídos y aromas,
de piel e incienso.
Sudor,
se aspira en la habitación
que minutos antes
se convirtieron en horas,
que fue producto de mutaciones
y ahora se encuentra subsumida
en la blancura inexistente
de la pureza de tus sábanas.
Gemidos,
entrecortados y disipándose
con el descanso de dos animales
recuperándose para la nueva lucha,
alimentándose de aromas nuevos
y prontos a ser escuchados
cada vez que decidimos cabalgar
a través del desierto.
Te amo,
y quiero hacerlo de nuevo.
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