viernes, 3 de agosto de 2007

EL SEGUNDO DE NUESTRAS VIDAS

El señor de cabellos de oro
debilita mi ser y mis sentidos,
mis movimientos son torpes,
mis latidos intensos,
mi respiración escasa,
pues eres la dueña del aire.
Y en los momentos de gran agobio,
cuando siento que desfallezco
tu imagen viene a mi rostro
y siento que sano y renuevo.

Sé vivir al igual que tú,
sé que puedo soñar
mientras tu piel esconde sus poros
e intercambias conversaciones nocturnas
con lo verde que te rodea.
Y sé muy bien que en todo momento te tengo,
y que no me resigno
a quedar en lamentos.

No te pido más que un día de tu vida,
una hora de las veinticuatro,
un minuto de los sesenta,
quizá un segundo de los miles,
te amo y sé que no puedo hacerlo
pero qué puedo hacer
si vago errático y hechizado.

Los caminos que camino,
los recorridos que recorro,
todos llevan a un mismo sitio
y siguen un mismo propósito:
¿olvidarte? ¿alejarme de ti?
No.... eternizarte y tatuarte en mí,
resucitarte en cada despertar,
y brindarte vida eterna
con cada acto que pudiese realizar.

Un día, cuando todo terminé,
cuando hayamos recorrido y caminado,
cuando nuestras suelas de carne
estén gastadas del eterno andar y buscar,
nos encontraremos en esta vida
o en las que sigan
y me dejarás andar contigo.
Quizá no pueda vivir contigo la vida,
pero déjame vivir contigo la muerte,
déjame vivir mil vidas y mil universos contigo,
luego que las fuerzas extintas
ya no nos acompañen.
Y cuando llegué ese momento,
te acordarás de ese segundo que te pedí,
y nos reiremos porque tendremos
la eternidad para vivir
y un segundo para morir.

No hay comentarios: