viernes, 3 de agosto de 2007

INFINITA TERNURA

Fueron las diez de la noche
y presto a dormir estaba en cama,
cuando sentí en mi ser una corriente
que premonitoria me auguraba
al igual que los oráculos de tiempos antiguos
que una desgracia se consumaba.

Y me contaste tus penas, tus lágrimas, tus heridas;
no tuviste que hacerlo
pues ya las había sentido la noche pasada
cuando sentí que una parte de mi alma se perdía
cuando sentía que mi inocencia era robada.

Un ser maldito te quitó lo más preciado,
violentó tu carne a la fuerza y nos hizo daño
dejó en ti en vez de miel
un líquido amargo y putrefacto,
que tu cuerpo no resistió
y lo expulsó con la misma violencia aquélla
que doblegó tus piernas.

Déjame curar tus heridas,
déjame limpiar tu piel aún transparente,
eres mi niña a la cual quiero tanto
y por la cual mi vida daría.
No quiero verte llorar más
por ello deja atrás esa noche afilada
de sangre y sudor violento,
vuelve a la ternura de tu cuerpo
que yo sabré conservarla.

En el mañana seremos seres nuevos,
y lo que pasó ayer ni quedará en el recuerdo
tan solo el momento que estuviste en mis brazos
que te llevé en mis brazos
te brinde mi lugar de descanso
y te dejé dormir y borrar esa pesadilla
mientras en la frente te estampaba un beso.

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