jueves, 2 de agosto de 2007

DOLOROSA PERFECCIÓN

Quiero vestirme de perversión,
violentar tu carne las treinta horas del día
y nadar en fluídos silentes
y ahogarme en la mezcla de olores
que llenen el espacío vacío
dejado entre el descanso de dos cuerpos.

Es preciso desnudarte salvajemente,
y no dejar botón intacto de tu vestimenta,
arrancar con los dientes
cada centímetro de tu segunda piel
que sea insensible al tacto
y al músculo caliente que serpentea
delicadamente el infierno.

Y una vez desnudos,
ser tu jinete en desiertos perfectos,
cabalgar en médanos, colinas y oasis,
llevar la brida con maestría
y sólo apearme cuando tu cuerpo
no resista las bocanadas tibias
y nuestra quietud sólo sirva
para que volvamos a retomar el intento.

Es preciso que entendamos
que en el dolor está el amor
y en el amor está la perfección...
¡Seamos perfectos entonces!

No tengas miedo, mi amor,
hoy seremos más perfectos que ayer.

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