La suavidad de la piel
mezclada con los relieves de placer,
olores y sonidos emitidos
dentro de paredes que atestiguan
palabras silentes,
promesas eternas,
exhalaciones gozosas,
compromisos humanos.
Son el final de mis extremidades
torpes para recorrer los médanos,
y sin brújula viajan y se pierden
cientos de veces en un paraíso vegetal
que hoy luce talado.
Y, frente a frente, tras el esfuerzo
repasando cada momento
y recobrando el aliento entrecortado
nos juramos amor eterno
y un sello de ilusión pactado.
No nos queda mucho tiempo,
sólo nos queda la vida
y nuestros sueños para intentarlo.
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