El cielo nuevamente está radiante
y al caminar diviso un horizonte calmo,
voy presto siguiendo la luz aquella
que guía cada uno mis pasos
y extasiado observo lo que quedo atrás,
pues lo malo ya ha pasado
y ya no quedan reproches en el tintero
y las cicatrices han sanado.
Voy a gatas al encuentro
de esa luz fulgurante que oscila
y brilla cada vez más,
su fuerza me ciega pero igual a la mala
abro mis ojos y después de la inicial molestia
puedo verla directamente,
y ante tanta belleza me rindo a sus pies
y desfallezco delante de ésta,
como cada noche 17
dibujo tus labios con mis yemas.
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